Sordos

Una tercera parte de las personas mayores de 65 años padece pérdida de audición discapacitante

mayor sordo«El mayor no reconoce como propias las dificultades de relación con el entorno»

En la atención al adulto mayor, detectar e interactuar sobre las deficiencias sensoriales reviste una extraordinaria importancia para envejecer de la mejor manera posible, con respecto a la visión hay menos reticencias, pero con la audición un elevado porcentaje de pacientes pone objeciones diversas cuando requiere utilizar prótesis auditivas para mejorar su audición, por lo que en base a tan frecuente situación entre la población mayor y a las interrogantes del día a día en la consulta estructuramos el artículo de hoy.

Se estima que una tercera parte de las personas mayores de 65 años padece pérdida de audición discapacitante, que es la que supone una pérdida de audición importante en el oído con mejor audición.

Se puede clasificar la pérdida auditiva en leve, moderada, grave y profunda, afectar a uno o ambos oídos y entraña dificultades para oír una conversación o sonidos fuertes.

La pérdida de audición mantenida en el tiempo tiene efectos adversos sobre la salud que se van instaurando progresivamente y pueden pasar desapercibidos para el propio paciente y en ocasiones durante un tiempo hasta sus familiares o cuidadores, aunque con efectos diferentes de una persona a otra.

La sordera y la pérdida de audición tienen un efecto iceberg, es mucho mayor lo que esta en la profundidad que lo que apreciamos en la superficie, según datos de la organización mundial de la salud unos 360 de millones de personas en el mudo padecen pérdida de audición discapacitante.

¿A que puede deberse la pérdida de audición?

Están demostradas causas genéticas, algunas enfermedades infecciosas, infecciones crónicas del oído como las otitis, el empleo de determinados fármacos denominados ototóxicos, la exposición mantenida al ruido excesivo y al proceso de envejecimiento entre otras.

La presbiacusia o deterioro fisiológico de la percepción e integración de los sonidos, que se va gestando lentamente en todas las personas a lo largo de la vida, se suele hacer perceptible a partir de los 65 años y provoca dificultades en la intercomunicación social y relaciones en el medio ambiente.

Su mayor o menor intensidad va a depender de factores genéticos y secuelas de enfermedades otológicas padecidas o agentes ototóxicos que afectaron al paciente a lo largo de su vida, siendo muy difícil separar la influencia que tienen estos agentes externos o enfermedades previas en el deterioro fisiológico de la audición o presbiacusia.

Las enfermedades que provocan hipoacusia de transmisión como el tapón de cerumen, la otitis externa o la otitis media aguda, crónica y la otosclerosis pueden ser tratadas mediante tratamiento médico o quirúrgico, mientras que las hipoacusias perceptivas como la presbiacusia, sordera súbita, cocleopatía ototóxica o la hipoacusia neurosensorial idiopática solo se puede incidir sobre la pérdida auditiva mediante adaptación protésica amplificadora (audífono).

La adaptación del audífono o prótesis acústica es el método amplificador del sonido más utilizado ya que pueden paliar el déficit dentro de los limites de la percepción sonora del paciente con la finalidad de reinsertarle a las actividades sociales y de comunicación oral.

Muchas personas jóvenes pueden estar en riesgo de padecer pérdida de audición por su exposición excesiva al ruido de manera voluntaria en contextos recreativos, con frecuencia escuchamos que llevan la música en el coche tan alta que resulta molesta a los demás.

Las personas sordas son las que padecen una pérdida de audición profunda, oyen muy poco o nada y con frecuencia se comunican mediante el lenguaje de signos, para los que padecen una pérdida de audición más acusada pueden ser útiles los implantes cocleares.

Los adultos mayores con frecuencia niegan el déficit auditivo debido a la resistencia que los seres humanos tenemos a reconocer el deterioro que se va produciendo en el organismo con el paso de los años, achacan sus limitaciones al comportamiento de los demás y dicen que las personas de su entorno hablan muy bajo, despacio o que no pronuncian bien las palabras.

El mayor no reconoce como propias las dificultades de relación con el entorno y suelen ser los familiares o personas con las que se relaciona los primeros que detectan este déficit.

La infravaloración de la alteración auditiva en los mayores es muy frecuente, en recientes estudios realizados los pacientes que presentaban mayor hipoacusia en las pruebas efectuadas son los que relataban que ellos oían bien y no necesitaban utilizar prótesis auditiva.

La prevalencia de hipoacusia en la población mayor fluctúa entre un 30% en mayores de 65 años hasta un 60% en mayores de 85 años lo que en una sociedad cada vez más envejecida nos alerta de cómo aumentará el número de personas con pérdida de audición lo que representa todo un desafío para la salud pública.

Datos prácticos

La hipoacusia, aunque tenga una evolución gradual y progresiva en el tiempo puede generar baja autoestima, trastornos del ánimo y depresión al privarnos de cosas que nos hacen disfrutar.

Las intervenciones destinadas a prevenir, detectar y tratar la pérdida de audición pueden resultar muy beneficiosas para las personas afectadas y no se deben tener prejuicios para utilizar audífonos u otros dispositivos de ayuda, así como aceptar las medidas de apoyo educativo y social.

No oír es un factor predisponente de aislamiento social y desconexión del entorno.

Evita las necesarias reuniones sociales.

El esfuerzo continuo por tratar de oír o al menos entender parcialmente lo que se está hablando a su alrededor puede generar frustración y llegar a ser extenuante.

La hipoacusia está ligada a fallos en la memoria, falta de concentración y a una peor capacidad de aprendizaje.

La pérdida de audición no tratada tiene un impacto sobre toda la sociedad con elevados costes y sobrecarga de cuidadores en dependencia del grado de pérdida auditiva.

Su claro efecto adverso sobre el estado de alerta puede ser un factor favorecedor de accidentes y caídas.

No oír puede desencadenar desequilibrios en las relaciones familiares y generar problemas en la convivencia.

Un porcentaje importante de las personas que utilizan ayudas auditivas se arrepiente de no haber tomado antes la decisión de utilizarlas ante la mejoría evidente de la calidad de vida y de conexión con el medio.

No oír nos priva de momentos agradables en el día a día, de disfrutar al escuchar las palabras de afecto y cariño, de la música que nos gusta y de estar plenamente conectados con el mundo de los oyentes, entre otras cosas.

Fuente: Canarias7

Las personas mayores sordas no pueden acceder a los actuales sistema de Teleasistencia

teleasistencia-asignatura-pendiente-atencion-personas_TINIMA20150310_0536_5La teleasistencia es una «asignatura pendiente» para todas las personas mayores sordas que «evidencian la falta de accesibilidad de dicho servicio», según muestran los resultados del estudio ‘Hacia la autonomía y participación de las personas mayores sordas en España’, presentado este martes por la Confederación Estatal de Personas Sordas de España y financiado por la Fundación Vodafone, que ha contado con la presencia del ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Alfonso Alonso.

El documento está dirigido al análisis de la situación de la población mayor sorda, tanto usuarios de lengua de signos como hombres y mujeres que, a causa de la edad, sufren pérdidas auditivas.

En este sentido, Alonso ha adelantado que el Ministerio está ultimando un marco de actuación para las personas mayores en el que se desarrollarán servicios como la teleasistencia, la ayuda a domicilio, el uso de tecnologías adaptadas o la promoción de la lengua de signos, que serán instrumentos de «gran valor» para las personas sordas.

Además, ha insistido en la necesidad de «asumir responsabilidades, y sobre todo, emprender políticas encaminadas a paliar la soledad, evitar el aislamiento y favorecer la inclusión de las mujeres y hombres mayores sordos, con el fin de garantizarles la posibilidad de que interactúen con el resto de las personas y que participen en igualdad de condiciones en la sociedad».

MÁS DE UN MILLÓN DE PERSONAS SORDAS EN ESPAÑA

Además, ha recordado que existe en España «más de un millón de personas con alguna dificultad en su audición, de las que casi el 72% tienen más de 65 años», un porcentaje que se aproximará al 40% en los próximos 50 años.

Asimismo, la presidenta de la CNSE, Concha Díaz, ha subrayado que se debe actuar «desde ya» para adelantarse a «las necesidades que van a plantearse en el futuro» y ha afirmado que este «estudio pionero» en España «sea útil para cambiar la vida de las personas sordas».

Los resultados muestran que la población mayor sorda está compuesta mayoritariamente por personas con sordera sobrevenida, con pérdidas de audición paulatinas a causa de la edad, o enfermedades tardías. Además, Las personas mayores sordas, especialmente aquellas de nacimiento o por enfermedad temprana, valoran de forma elevada el papel de las asociaciones, muy por encima de cualquier otra institución. Gracias a estas asociaciones disfrutan de una independencia, servicios especializados y multitud de actividades.

El estudio también pone de manifiesto la necesidad de contar con recursos humanos y técnicos en las Residencias y Centros de día que favorezcan la comunicación y la interacción de las personas mayores sordas con el entorno y disminuyan el aislamiento.

También destaca un «problema» que pueden presentar las personas mayores sordas; su dificultad para manejar con destreza dispositivos digitales, «en tanto sus dedos no han adquirido esta capacidad», por ello, «la creación de tecnologías adaptadas a las personas mayores sordas es de fundamental importancia».

Por su parte, el presidente de Vodafone España y su Fundación, Francisco Román, ha incidido en promover «el uso de la tecnología para ayudar a las personas a ganar autonomía personal y trabajando con aquellos profesionales que entienden de ello».

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