Fundación Matía

En las residencias no facilitan que las personas mayores puedan vivir su sexualidad

abraza2«A ciertas edades los gestos y las caricias se vuelven más importantes», señala Naiora Amiama, enfermera especialista en geriatría en Matia Fundazioa.

Aún es un tabú, y no solo para los propios protagonistas, abordar aspectos relacionados con el sexo. Las personas mayores también tienen una vida sexual, uno de los ingredientes de una vida plena. De ello hablarán esta tarde la médico Amagoia Muruamendiaraz y la enfermera Naroa Amiama, especialistas de Matia Fundazioa, en una charla que ofrecerán a las 18.00 horas en la sede del Colegio de Enfermería en Donostia (calle Maestro de Santesteban 2, Amara).

– ¿Cuando habla de sexualidad, a qué se refiere en concreto?

– La sexualidad va más allá del acto sexual, el coito, y a partir de cierta edad las caricias, los gestos y las palabras se vuelven más importantes.

– ¿Cómo repercute el envejecimiento en la sexualidad?

– El sexo en la tercera edad es una realidad que existe, aunque puede variar en función del estado de la persona. La vida sexual es algo cambiante, flexible. No es lo mismo el sexo con 20 años que con 30 ó 40. Ni tampoco con 60 ó 70 años, porque puede haber dos personas de la misma edad en la que una ha tenido un envejecimiento más saludable, por lo que tendrá mayor deseo sexual.

– Pero la edad no anula la sexualidad.

– Hay unos mitos que perduran que dicen que las personas con cierta de edad ya no practican sexo. Es cierto que la frecuencia igual sí disminuye, y también hay que tener en cuenta si esas personas están institucionalizadas, porque desde las residencias tampoco es que facilitemos esos encuentros.

– Las enfermedades asociadas a la vejez, ¿cómo influyen?

– Es verdad que ciertos tratamientos farmacológicos pueden afectar a algunos aspectos, y además depende de cómo se haya envejecido. Está demostrado que una dieta equilibrada, el ejercicio y mantener las aficiones influyen positivamente en la manera de envejecer, y eso repercute en nuestra vida sexual. Hoy en día hay personas con 70 años que se cuidan mucho y, además de parecer más jóvenes, están más activas física y sexualmente.

– Ha citado los tratamientos farmacológicos. ¿Las personas mayores se preocupan por los posibles efectos adversos en la sexualidad?

– Hay que ver como algo normal consultar acerca de este aspecto de la misma forma que lo hacemos sobre otros temas o patologías. Que no nos dé vergüenza ir al médico para comentarle que el tratamiento que nos ha puesto está afectando a la libido, por ejemplo. Hay que contrastar con el profesional esos síntomas, sensaciones… porque el sexo forma también parte de nuestra salud.

– ¿Aún perdura el tabú?

– Sí, porque hay otros estereotipos sociales que hacen que un hombre a partir de una cierta edad si manifiesta deseo sexual sea calificado como, digamos, un ‘viejo verde’ o que de una mujer que es viuda y mantiene sus amistades sociales y se echa novio se diga que es una ‘viuda alegre’. Luego también hay otros aspectos, y es que socialmente se vea aceptable que un hombre, un adulto mayor, tenga una pareja joven y al contrario, una mujer de una edad considerable que tenga un chico más joven no se acepte. Hay diferentes factores que tampoco facilitan que las personas mayores hablen del sexo y que lo practiquen.

– Antes se ha referido a las personas mayores que viven en residencias. ¿Lo tienen aún más difícil?

– En las instituciones tenemos un largo camino por recorrer. Las necesidades básicas las cubrimos muy bien, pero hay aspectos como la sexualidad que tenemos que trabajar. Por ejemplo, un matrimonio ingresa en una residencia, comparte la misma habitación pero no hay una cama de matrimonio. Al final, tampoco facilitamos que se relacionen.

– ¿Ha visto peticiones de cama doble?

– He conocido el caso de un matrimonio que ingresó y al día siguiente, cuando se acercó la auxiliar a hacer el baño, habían retirado la mesilla y habían juntado las dos camas. Es cuando te das cuenta de que no lo ponemos fácil. Tenemos otro par de matrimonios en la residencia pero cada uno tiene su cama; tienen sus momentos de intimidad, pero esto lo tenemos que trabajar.

– ¿Y qué pasa si se inicia una relación en la residencia?

– La familia tiene mucho peso. Normalmente, lo vive mal. Al principio el periodo de adaptación es muy duro no solo para el residente, sino también para la familia. Pero si a eso le añades que su aita o ama ha conocido a otra persona generalmente no lo llevan bien.

– ¿Qué sucede cuando alguna de esas personas mayores tiene algún deterioro cognitivo?

– En las instituciones hay que valorar las patologías de cada persona. Puede que una esté bien cognitivamente y otra tenga un pequeño deterioro, y eso sí hay que controlarlo para que no haya un abuso y que nadie sufra unas caricias que no quiere. Es verdad que si alguien ve un gesto afectivo enseguida lo comentan, ‘fulanito y menganito se están besando’. Está bien que los trabajadores detectemos esos comportamientos e informemos de ellos para hacer una valoración, ver si esas personas están bien y de acuerdo y, entonces, facilitar esa intimidad.

– ¿Las nuevas parejas suelen ser motivo de bromas?

– Muchas veces no nos damos cuenta y hacemos demasiadas bromas bien por parte del resto de los compañeros y los trabajadores, y esto también les puede llegar a ridiculizarles. Es otra manera de no facilitar que sigan adelante.

– ¿Alguna vez les han pedido viagra?

– Ya hemos tenido algún residente que nos hizo esa petición.

Fuente: EL DIARIO VASCO