Archivo diario: 14 mayo, 2013

Clece se hace con otro centro en Aragón

tardientaEl grupo Clece está a punto de hacerse con la gestión de una residencia municipal de nueva construcción en Tardienta (Huesca). De momento, la mesa de contratación habría resuelto proponer al pleno del consistorio oscense la cesión de la gestión de la nueva residencia al grupo, pero todavía no se ha materializado la adjudicación.

El concurso que, al parecer, ganará Clece, incluye la gestión de la nueva residencia de 50 plazas, que ha construido el Ayuntamiento en el Camino al Matadero, de la localidad. Según los pliegos del contrato, la licitación sólo fija un canon mínimo de 120.000 € más IVA a repartir en las 20 anualidades que duraría el contrato. La adjudicatariaa habrá dehacerse cargo del equipamiento del centro y en general del mantenimiento y conservación del inmueble, jardines y mobiliario y equipamiento en general. La residencia ya está construida y se estima que podría ponerse en marcha a finales de este año.

La adjudicación de Tardienta supone una nueva apuesta de Clece por Aragón, comunidad en la que se adjudicó su primera residencia, el pasado marzo. En este caso se trataba del centro municipal Hermanos Buisán, de Villanueva de Gállego (Zaragoza), de 122 camas y 40 estancias diurnas, que venía gestionando hasta entonces el Instituto Gerontológico Villanueva (UTE Rodríguez Dieste).

El desarrollo de la red de residencias confirma la estrategia de Clece de seguir creciendo en nuestro país, donde también está presente en otros ámbitos de atención a mayores, como los servicios de SAD o la teleasistencia, sector este último por el que ha apostado recientemente, resultando adjudicataria de dos contratos. La división de mayores de Clece cerró 2011 (última cifra disponible) con una facturación 248 M€, de los que 180 M corresponden a la división de atención domiciliaria y 68 M a gestión residencial. En la actualidad, Clece gestiona 43 residencias geriátricas, que suman 2.917 camas, además de varios complejos de viviendas y centros de día.

Fuente: Alimarket.es

Un método con payasos ayuda a personas con demencia a expresar sus emociones

Pallapupas-Payasos de HospitalLa entidad Pallapupas-Payasos de Hospital y la Fundación Pere Relats han encontrado un método para facilitar, con intervenciones de ‘clowns’, que personas afectadas por demencias en fases avanzadas puedan expresar sus emociones.

Un total de 102 personas residentes en la Fundación Pere Relats, entidad que atiende a personas mayores, han colaborado en esta iniciativa y al mismo tiempo se han beneficiado de este servicio pionero.

Según ha explicado un portavoz de la entidad, el trabajo comenzó en 2009 cuando miembros de Pallapupas acudieron a la Fundación Pere Relats para trabajar con personas que presentan déficit cognitivos importantes.

En las sesiones, descubrieron que la figura del clown es fundamental para generar, a través del juego, las condiciones apropiadas para que estas personas expresen sus emociones.

Según los expertos, las personas con demencias, aunque tienen afectado el nivel cognitivo y funcional, el área emocional conserva sus capacidades.

En el estudio han participado personas mayores, con diagnóstico de demencia en fases moderadas y avanzadas, cuyas reacciones ante la intervención de Pallapupas han sido el movimientos de los ojos, de la boca o esbozos de sonrisas, «todos ellos pequeños gestos que descubren que su parte sensorial y afectiva todavía sigue activa», según ha explicado la fundadora de Pallapupas, Angie Rosales.

Según el estudio, llevado a cabo durante casi tres años, los miembros de Pallapupas y los responsables de la Fundación Pere Relats han comprobado que el 97% de las interacciones han sido positivas.

También han cuantificado los distintos niveles de respuesta: un 39,4% se han expresado de forma ocular, un 30,1% verbal y un 21,8% a través de la sonrisa.

La actividad planteada por Pallapupas en colaboración con la Fundación Pere Relats pretende generar, según la entidad, «un espacio donde las personas afectadas de demencia en fases avanzadas tengan la oportunidad de comunicarse y de salir del aislamiento que les produce la pérdida de sus capacidades cognitivas».

Según Rosales, «los objetivos fundamentales de estas intervenciones son mantener y mejorar el estado de ánimo de los participantes, desdramatizando la situación que están viviendo y llenando de vitalidad y alegría los momentos en que desarrollan la actividad».

Para hacer la valoración objetiva del proyecto se ha realizado una observación sistematizada en tres periodos diferentes entre febrero de 2011 y abril de 2012 y se han analizado a fondo 22 sesiones para sacar conclusiones.

«El hecho de generar una respuesta, por pequeña que sea, ya es un éxito», ha comentado Rosales.

«Pero», según José Luis Oreiro, director técnico de Pere Relats, «sobre todo se ha logrado el objetivo que nos habíamos planteado desde el inicio: facilitar la expresión de emociones».

Además, la experiencia ha facilitado un proceso de cambio en el modelo de actividades de la Fundación Pere Relats, dirigidas a personas con demencia, pasando de un modelo basado en las intervenciones grupales a un modelo basado en una intervención más individualizada.

Los responsables de Pere Relats han corroborado su percepción de que la intervención tiene también un impacto positivo en las familias y como reto de futuro se han planteado hacer una valoración científica de esta intuición.

El método consiste en primer lugar en realizar la «transmisión»: una reunión en la que el equipo interdisciplinar transmite a los Pallapupas toda la información que consideran oportuna sobre los residentes para que puedan estructurar y adaptar la intervención a la situación de los asistentes.

A continuación se aborda el «itinerario», primero actuando en cada una de las habitaciones y en los pasillos y, posteriormente, en los espacios comunes, donde las personas mayores se reúnen para charlar o hacer labores y donde se pueden realizar juegos más participativos.

Por último, una vez acabada la jornada, los Pallapupas escriben el «diario» con las informaciones y datos sobre los usuarios que han participado, su respuesta, cómo ha ido la actuación, y la respuesta del personal de la planta.

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Las familias con dependientes menores denuncian abandono

menoresNo representan un volumen importante dentro del millón y medio de españoles que no pueden valerse por sí mismos, pero los menores dependientes y sus familias rozan en muchos casos la exclusión social, sobre todo tras los recortes de la ley de dependencia. Los representantes de las asociaciones que defienden a este colectivo escondido entre las grandes cifras denuncian que tienen problemas específicos y que atraviesan una situación muy complicada, con ayudas siempre escasas. Las familias se sienten abandonadas. Hasta César Antón, director del Imserso, el organismo gubernamental que gestiona la ley de dependencia, reconoce que presentan «mayores necesidades, ya que a menudo se exige la dedicación plena de miembros de la familia».

El caso de Aleix Obregón es ilustrativo de estos graves apuros. Pero hay muchos más, auténticos dramas médicos y económicos. «El milagro para la mayoría de estas familias es vivir cada día», asegura en Toledo José Luis Gómez-Ocaña, padre de dos hijos, de 9 y 16 años, con una enfermedad degenerativa (Tay-Sachs) incurable. Es mortal, y no se conocen casos que hayan superado los 18 años de edad. Los dos son grandes dependientes y a ambos se les ha reducido la ayuda en un 15%. «Necesitan cuidados -explica- las 24 horas del día por las crisis que sufren. No controlan esfínteres. El mayor no habla y al pequeño ya no se le entiende. En mi casa no entra más sueldo que el mío de profesor, recortado también. Mi mujer dejó de trabajar hace unos años para cuidarlos».

PRIMERO, QUE COMAN

Gómez-Ocaña, coordinador de la plataforma en defensa de la ley de dependencia de Castilla-La Mancha, asegura que «en contra de lo que se cree, los casos más graves y dramáticos de dependencia suelen ser de niños y jóvenes». La mayoría, según el perfil elaborado por la plataforma, afecta a mujeres que tienen que dejar de trabajar para dedicarse casi todo el día a sus hijos, con lo que implica de coste económico y, sobre todo, emocional y físico. No tienen descanso y a eso se añade la tensión de si van a poder hacer frente a los costes de rehabilitaciones y terapias. «Llega un momento en que la situación es agobiante, tiene que explotar por algún lado. Hay gente que se encuentra al límite», apostilla.

De los cinco miembros de la familia cordobesa López Cortés, dos hijos tienen enfermedades graves. Juan, de 12 años, ha de estar siempre encamado y Julia, de 6, sufre una enfermedad psicofísica. El padre está desempleado y sin derecho a prestación y tiene una incapacidad física que le obliga a usar silla de ruedas. El hijo mayor, Pablo, de 19 años, se ha marchado a Alemania a ver si logra ganar y enviar algo de dinero. «Mi marido y yo nos hemos planteado dejar de comer para poder comprar las medicinas. Lo primero es que los niños coman, luego ya veremos los mayores», dice Amelia, la madre y la única que aporta algo de dinero limpiando casas o incluso pidiendo en la calle.

«Un menor de edad impacta mucho más. Estas familias tienen un problema específico y muy limitada sus capacidad de respuesta, aunque reciben algún tipo de prestación. Es un colectivo que está pasando por una situación calamitosa», asegura José Miguel Delgado Trenas, trabajador social en el centro de evaluación de la dependencia de Córdoba.

«SI ESTO NO ES UN CALVARIO…»

Palmira Castellano preside la plataforma en defensa de la dependencia de la Comunidad Valenciana y es la madre de Sara, a la que diagnosticaron una enfermedad que se caracteriza por convulsiones intratables y retraso mental. Han de apañárselas con los 425 euros mensuales de ayuda. «Las personas mayores tienen un final. En estos casos es para toda la vida», subraya.

Dolores, de 44 años, es otro ejemplo. Dejó su empleo de cocinera en Madrid al nacer su hijo hace 4 años y le dieron la «paguilla» de 520 euros para atenderlo. Sufre encefalopatía epiléptica catastrófica, que le impide moverse y le roba la vista, y exige cuidados permanentes como un bebé. Ahora, viuda, cobra 418 euros y ha de pagar 200 de alquiler. «Si esto no es un calvario…», musita.

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