Aburto denuncia que la actual Ley de Dependencia es una ‘falacia’

Juan María AburtoEl consejero de Empleo y Políticas Sociales, Juan María Aburto, ha manifestado que la Ley de la Dependencia «no deja de ser una falacia» porque por un lado incluye en su denominación la promoción de la autonomía, pero por otro es necesario ser una persona dependiente y ser calificada como tal para tener derecho a los servicios y prestaciones de la misma. «Quizá sea el momento de pensar de verdad en una ley o en un pacto de verdad de promoción de la autonomía», proclamó.

Frente a esta legislación, el consejero expresó ayer su voluntad de que en Euskadi «seamos capaces de aprobar un plan vasco de envejecimiento activo» en esta legislatura y destacó las oportunidades económicas y profesionales que aporta este sector, por encima del enorme gasto que conlleva para la sociedad.

En la inauguración del curso de verano de la UPV/EHU Envejecimiento activo. Calidad de vida y solidaridad intergeneracional, Aburto hizo hincapié en que el envejecimiento activo constituye «una forma de plantear las políticas»»y por tanto «un medio para transformar nuestra sociedad abocada al envejecimiento».

El consejero explicó que una de las actuaciones en las que está inmerso su departamento en estos momentos es el desarrollo de «una Euskadi más amigable», ya que un entorno «amigable» alienta la prolongación de la vida activa y autónoma de los mayores mejorando así la calidad de vida de todos.

Para Aburto, «el reto» de desarrollar actuaciones orientadas al envejecimiento activo puede verse de dos formas: como el enorme gasto que genera «el bienestar de una sociedad envejecida», pero también como una «oportunidad de generar riqueza».

«Consideramos que la priorización de la atención de las personas que forman nuestra comunidad es un hecho fundamental, y que en su análisis, investigación e intervención se generan oportunidades socioeconómicas».

Según dijo el consejero, la intención de sus palabras era evitar «generar más incertidumbre en todo el entorno de prestaciones y derechos relacionados con la protección social de las personas mayores». Teniendo en cuenta la alta esperanza de vida registrada en el País Vasco, el colectivo de personas mayores «supone un gran potencial que puede revertir en el bienestar de la propia sociedad», insistió.

Y es que la contribución activa de la sociedad no sólo se hace desde la actividad laboral, apuntó, sino también desde el trabajo voluntario, que es «una fuente de riqueza cada vez de mayor valor». Por este motivo, defendió la idea de «explorar nuevas oportunidades» de forma coordinada entre las administraciones públicas y con los agentes que trabajan en esta materia. Estamos en el inicio de «un cambio largo», pero de cuyos resultados «podemos esperar una auténtica revolución cultural que depende en definitiva de todos y cada uno de nosotros».

El objetivo es pasar de la situación actual a «un nuevo paradigma de envejecimiento activo» aprovechando las estructuras que ya existen –como los órganos de participación del departamento de Empleo y Políticas Sociales– para abrir nuevas líneas de trabajo y reducir las barreras existentes. «Sin ninguna duda el esfuerzo vale la pena», alentó.

Aburto destacó que Euskadi goza de una de las esperanzas de vida más altas del mundo, lo que representa «un éxito social» y abre nuevos horizontes. «Me gustaría poner esto en valor porque a veces hablamos del problema de las personas mayores y terminamos concluyendo que son un problema, sobre todo si lo ligamos a la sostenibilidad de los servicios sociales», admitió. «Que vivamos más es un éxito de todos«.

Por otra parte, el consejero propuso «estudiar» el tránsito de la jubilación laboral a la vida posterior de las personas mayores. El fin del ciclo laboral –antes a los 65 años– «no agota las aspiraciones vivenciales», aseguró.

Aburto abogó por establecer mecanismos asociados al envejecimiento activo para que la vida de las personas «no cambie de un día para otro» y no dejen de golpe de hacer lo que habían estado haciendo durante los últimos veinte o treinta años, de manera que su vida sea «absolutamente diferente» de un día para otro.

Asimismo, sostuvo que el proceso de envejecimiento activo debe ser «un éxito» en el sentido de que las personas mayores asuman el reto de «ser productivas y útiles» para la sociedad, que vean su propio proyecto personal «con un aspecto participativo», y que no adopten «una actitud pasiva fomentada muchas veces por actitudes paternalistas tanto de las administraciones públicas como de la propia sociedad».

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