Casi un tercio de los ancianos en España tiene diabetes y el 40% están sin diagnosticar

pareja mayores  Casi un tercio de los pacientes mayores de 75 años tiene diabetes, especialmente las mujeres, y cerca del 40 por ciento de los casos no están diagnosticados, según ha alertado el coordinador del Grupo de Diabetes y Obesidad de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), Ricardo Gómez Huelgas.

   No obstante, a pesar de la elevada prevalencia, los expertos aseguran que el tratamiento de este grupo poblacional ha recibido escasa atención y que existe una carencia de ensayos clínicos específicos sobre el riesgo-beneficio del tratamiento antidiabético intensivo a largo plazo.

Por tanto, mejorar la calidad en el cuidado de este tipo de pacientes es una de las preocupaciones actuales de los especialistas, así como optimizar el uso de los recursos diagnósticos y los tratamientos para los ancianos con diabetes.

Con estos objetivos, cerca de 70 internistas especialistas en diabetes, hipertensión arterial y dislipemias se han reunido en Valencia en el encuentro ‘Choosing Wisely in Management of Cardiometabolic Risk in the Elderly Patient’. Las conclusiones de la reunión, organizada por la Alianza Boehringer Lilly en Diabetes junto con la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), se van a recoger en un documento de consenso en forma de recomendaciones para el tratamiento del anciano con diabetes.

«Dada la alta prevalencia de la diabetes y otros factores de riesgo cardiovascular y el incremento de costes que representan, un uso coste-eficaz de los recursos disponibles resulta esencial para la sostenibilidad del sistema sanitario», ha comentado el director del encuentro, Ricardo Gómez Huelgas.

En este sentido, el experto ha recordado que la clave para abordar adecuadamente esta enfermedad de carácter pandémico, reside en implementar unas «adecuadas» políticas de prevención y realizar un enfoque integral de los factores de riesgo de la población.

Respecto a los ancianos, Gómez Huelgas ha reconocido que tienen peculiaridades que condicionan su diagnóstico y tratamiento como las comorbilidades, el alto riesgo de hipoglucemia o los problemas nutricionales, entre otros.

«Por todo ello, resulta imprescindible realizar un abordaje individualizado, adaptando el tratamiento antidiabético y los objetivos de control glucémico a las características del paciente», ha remarcado. En concreto, ha proseguido, la terapia deberá evitar las hipoglucemias, que suponen el principal efecto secundario del tratamiento antidiabético en los ancianos, y que pueden tener graves consecuencias como la disminución de la calidad de vida, el deterioro cognitivo, el mayor riesgo de caídas y fracturas o los episodios cardiovasculares.

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