El baile como terapia contra la soledad de las personas mayores

baileYa lo dicen las abuelas. En los años duros, duros de verdad, el único sitio donde un hombre podía arrimarse a una mujer era en los bailes. Las estrictas normas sociales de aquellos años no permitían mucho más que acudir al baile y esperar a que algún mozo quisiera compartir pista para marcarse un pasodoble de esos que sonaban -y aún suenan- así: «Mi Huelva…tiene una ría…».

Quizás sea ese recuerdo de juventud el que perviva en la memoria de una generación que ahora ronda entre los 60 y los 80 años, que aún sigue enamorada del baile en pareja, del baile agarrado a la cintura, el que se hace en compañía.

Y es que con el paso del tiempo y la incorporación de nuevas generaciones con más posibilidades de arrimarse a la chica o al chico sin tener que acudir al baile, clásicos como el pasodoble han quedado relegados a momentos y escenarios muy concretos como las bodas, las verbenas o ferias populares. En el municipio de Los Barrios, estos bailes son una más de las actividades que incluidas en el programa de ocio del Centro de Participación Activa para Personas Mayores, que es como se conocen ahora a los Centros de Día. En el municipio barreño, tres sábados al mes, los socios tienen oportunidad de volver a aquellos años en el que el cortejo se producía en una pista de baile, y disfrutar bailando durante algunas horas. Esto es posible gracias a la colaboración del Ayuntamiento de Los Barrios, que contrata al grupo musical que cada fin de semana ameniza las jornadas de baile en el salón del centro para mayores ubicado en el Paseo de la Constitución.

La iniciativa reúne, cada tarde, entre 60 y 70 personas. Algunas de ellas forman matrimonio y otras, simplemente, bailan con conocidos, ya sean hombres o mujeres. Rosario González, presidenta de la Junta de Participación y Gobierno del centro, confiesa que particularmente ella no es muy aficionada al baile, pero cuenta que a los socios les encanta. «Bailan de todo, lo mismo pasodobles, que sevillanas, que salsa…se pasan las tres horas bailando», declara.

Para Rosario ir a bailar al centro es una actividad que los mantiene ocupados. «La gente mayor no tiene sitios donde ir. Además, la mayoría no dispone de vehículo para desplazarse y, por no estar solos, se vienen aquí y echan un ratito», añade la presidenta.

La soledad. Ése es el principal enemigo de las personas mayores que, por quedar viudas o no tener familiares cerca, viven a solas en sus domicilios. Bailar, como otras muchas actividades físicas, es un buen modo de luchar contra los sentimientos que genera esa soledad. Los técnicos y especialistas que trabajan con las personas de esta edad recurren habitualmente a la bailoterapia para como método para favorecer funciones vitales como aumentar el ritmo cardíaco y la tensión arterial; pero también para producir endorfinas, conocidas como las moléculas de la felicidad, que disminuyen el dolor, el estrés; además de estimular el pensamiento positivo, la concentración, la atención y el buen humor. Los especialistas señalan que con el baile la salud física y psicológica se ven fortalecidas.

Bailar, y no solo cuando se trata de mayores, provoca beneficios muy importantes para quien lo practica, pues favorece el tono muscular y la capacidad pulmonar, cardíaca o cerebral.

Pero los efectos más inmediatos que provoca el baile tienen que ver con la interacción social, mucho más limitada entre las personas mayores que entre los jóvenes. Este tipo de actividades propicia que se relacionen, previene la soledad, mejora la autoestima y les ayuda a utilizar el tiempo libre de una forma sana.

Verlos bailar ya lo dice todo. A veces sorprende la vitalidad con la que personas que superan con creces los 70 u 80 años afrontan este último tramo de sus vidas. Quizás sea ése el secreto: ser conscientes de que la vida, y más cuando está cercana a su fin, hay que vivirla bailando.

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