Los mayores sevillanos, cada vez son más, más mayores y más vulnerables
A finales de enero agentes de la Policía Nacional rescataban a un anciano con avanzados síntomas de deshidratación e inanición que llevaba diez días sin poder moverse de la cama. Ocurrió en Jerez de la Frontera pero podría haber sucedido en Sevilla, donde se reciben unas diez llamadas cada día de personas que sufren caídas domésticas y no pueden levantarse. Sin ayuda de sus vecinos, de los servicios sanitarios o de las fuerzas de seguridad, estas personas seguramente morirían en su casa entre heces y orines.
En Sevilla viven sin más compañía que ellas mismas más de 71.000 personas mayores de 64 años, de las que el sesenta por ciento son mujeres. Un porcentaje significativo de ellas tienen algún tipo de dependencia, aunque la ralentización de las ayudas les impide a menudo disfrutar de las ayudas que les pueden salvar la vida en casos extremos como el de Jerez. Unas 310.000 dependientes están en lista de espera en toda España y cada cuarto de hora una persona fallece en nuestro país sin recibir la prestación a la que tiene derecho.
Sevilla, ciudad de mayores
En 1981 un 30 por ciento de los sevillanos tenía menos de 15 años; hoy, tres décadas y media después, casi el veinte por ciento de la población de la ciudad supera los 64. Sevilla ha pasado en pocos años de ser una ciudad joven a una ciudad de mayores. Sólo en los últimos diez años, esta franja de edad ha crecido hasta los 129.483 habitantes, de los cuales el 60 por ciento son mujeres. Son 18.000 más que hace diez años y ese envejecimiento progresivo va a seguir creciendo durante las próximas décadas por los avances de la medicina y la realidad demográfica, advierten los expertos.
Los hogares en los que viven personas mayores solas han pasado del 23 por ciento al 26,5 por ciento desde principios de esta década, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
El porcentaje mayor de jubilados en soledad se concentra en Macarena, Cerro Amate y Distrito Sur, con un 36 por ciento del total de su población, mientras la tasa más baja se produce en Bellavista-La Palmera y Los Remedios, un barrio este último que ha experimentado un sorprendente proceso de rejuvenecimiento durante los últimos años.
Estas cifras han hecho saltar la alarma en Cáritas y los servicios sociales municipales. Además de la ayuda a domicilio, el delegado de Bienestar Social y Salud, Juan Manuel Flores, opina que hay que buscar «otros modelos habitacionales» diferentes a las residencias, cuya oferta de plazas públicas es muy inferior a la demanda.
Cualquier actuación pública en este campo se enfrenta, sin embargo a un parque de viviendas tan envejecido como el de Sevilla. Más de la mitad se construyó entre 1951 y 1980 y muchos de ellos son bloques sin ascensor. Los constructores no previeron que la población envejecería y que esos pisos se convertirían en cárceles para sus inquilinos.
Pisos-cárceles
De eso saben mucho los voluntarios de Cáritas, que visitan a muchos mayores de distintas zonas de la ciudad que no pueden bajar las escaleras de su bloque. «Están atrapados», comenta a ABC Pilar Galindo, técnica de esta organización sin cuya ayuda muchos mayores sevillanos a duras penas podrían sobrevivir.
«Tenemos muchos casos de mayores que tienen la relación rota con la familia, o que aun manteniéndola, por conflictos entre los hijos, no los atienden ni en el cuidado general de la vivienda ni en su higiene personal», asegura. A menudo los mayores necesitan los mismos o mayores cuidados que los niños. «Intentamos facilitar el aseo personal cambiando bañeras por duchas y evitar accidentes cambiando cocinas de gas por vitrocerámica, porque el tema del gas para calentar leche está resultando, en la práctica muy peligroso».
Para evitar frecuentes accidentes, desde esta organización se está tratando de financiar la compra de pequeños microondas que los mayores puedan utilizar para calentar leche u otros alimentos sin encender el gas. «Desgraciadamente no disponemos de recursos para atender más que una mínima parte de los casos que conocemos», reconoce Galindo.
Cáritas tiene un servicio de servicio de ayuda a domicilio que realiza en colaboración con la fundación Cardela Spínola de lucha contra el paro, que contrata a auxiliares formadas por la propia organización de la Iglesia. Por otro lado, las parroquias de cada barrio realizan actividades de manualidades, costura, farmacoterapia, ocio, manualidades, cuidados de la alimentación y de convivencia. «Hay tantos mayores abandonados sin recursos ni ayuda a dependencia que no damos abasto con nuestra ayuda a domicilio, aunque quien tiene que responder a esa realidad consideramos que es la Administración». ABC solicitó hace varias semanas al Gobierno municipal datos sobre su actuación en este campo pero no recibió respuesta.
Galindo, que trabaja a diario con los mayores en situación de riesgo, asegura que «sólo en casos muy puntuales el Ayuntamiento establece una ayuda a domicilio con carácter de urgencia» y que «los servicios sociales hacen lo que pueden pero su respuesta no está resultando efectiva».
Se mueren antes
Cáritas critica la ralentización de todos los proyectos con mayores por la ley de dependencia y que «suponen como promedio un año y medio de espera en el curso del cual algunos se mueren». Casos como el de Jerez no suelen darse en Sevilla porque funcionan la teleasistencia y los servicios de emergencias sociales, pero Galindo advierte que «no todos los mayores tienen teleasistencia».
Para su seguimiento se apoyan mucho en los vecinos de estos mayores «que nos da aviso de si hay algún problema, aunque ése no es un metodo infalible». Si ellos no lo advierten, podrían pasar horas y días en el suelo esperando a que alguien les rescate.
Cáritas también avisa de que el problema de la pobreza energética se ceba con estos mayores por su falta de recursos. «A los que podemos les ayudamos a pagar los recibos de la luz o la bombona, pero no podemos atender ni a una pequeña parte de las necesidades que detectamos», dice Galindo.
Cáritas dispone de unos 2.800 voluntarios en toda la provincia que participan en proyectos de convivencia para paliar también la soledad de estas personas. «Hay muchos casos en San Jerónimo, Pajaritos, Amate y San Pablo —cuenta—. y hay mayores que ingresan en los hospitales y que cuando le dan el alta ya no tienen condiciones físicas para volver a casa».
Galindo cuenta el caso de muchas viudas «con pagas mínimas, a las que les da un ictus y que pierden su movilidad. Otras tienen problemas respiratorios, de corazón, de azúcar y vemos a muchos matrimonios muy mayores, uno cuidando al otro. Y el cuidador también necesita ayuda, pero no la tiene», lamenta.
Fuente: ABC Sevilla