El aislamiento social incrementa el riesgo de padecer enfermedades crónicas entre las personas mayores
En una reciente publicación desarrollada por miembros del Grupo de I+D+i en Economía de la Salud y Gestión de Servicios Sanitarios UC-IDIVAL se resalta la importancia de los nuevos riesgos asociados a las enfermedades no transmisibles (ENT) o crónicas.
Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda establecer las enfermedades crónicas entre las prioridades de las agendas políticas, es una cuestión que a día de hoy continúa siendo infravalorada. El estudio publicado en la prestigiosa revista PLoS ONE bajo el título “Social isolation and multiple chronic diseases after age 50: A European macro-regional analysis” examina con un panel de datos de la Encuesta de Salud, Envejecimiento y Jubilación en Europa (SHARE) si existe un aumento de las posibilidades de tener diagnosticadas múltiples enfermedades crónicas como consecuencia de una disminución en las relaciones sociales para adultos mayores europeos.
La identificación de los pacientes pluripatológicos resulta ser un aspecto esencial para el desarrollo de las distintas estrategias de acción. Precisamente, son estos pacientes mayores los que generan mayor demanda sanitaria y consumo de recursos sanitarios (los crónicos conforman el 80% de la consulta de atención primaria, y pueden suponer hasta 2/3 de los ingresos hospitalarios. Además, estos enfermos crónicos suelen ser pluripatológicos con el efecto en el gasto subyacente.
En este sentido, intuitivamente, se esperaría que, si una persona con mayor participación social tiene un menor riesgo de padecer múltiples enfermedades crónicas, se asociaría a un menor consumo de servicios sanitarios y por ende a un menor gasto sanitario (estos pacientes ocasionan en torno al 70% del gasto sanitario).
Los principales resultados del estudio de los profesores Cantarero-Prieto, Pascual-Sáez y Blázquez-Fernández vienen a demostrar que las personas con una mayor participación social tienen menor riesgo de padecimiento de múltiples enfermedades crónicas. Este riesgo coligado al aislamiento, junto con los tradicionales asociados a los estilos de vida debe ser considerado en el desarrollo de políticas públicas. En todo caso, los autores señalan que, sin embargo, se aprecian diferencias al determinar subáreas o regiones más pequeñas. De hecho, para el caso de los países del sur, entre los que se encuentran España e Italia, destacaría el factor de hogares unipersonales y la importancia “familiarista” con una probabilidad de un 46% superior con respecto a los individuos que no viven solos.
Los autores resaltan que la identificación de los diferentes factores, así como su impacto entre los diferentes grupos de población, es decisivo para abordar el desafío de mejorar los resultados de salud en general, y de nuestra región en particular, sin amenazar la sostenibilidad del sistema. Esto es, las políticas públicas deben abordar este fenómeno para favorecer un envejecimiento saludable.
De igual forma, las Estrategias y Planes de actuación suponen un punto de partida para mejorar la calidad de vida y resultados en salud de la población cántabra. En cualquier caso, se requiere una acción amplia e integrada a nivel tanto de país como de región, dirigida por los gobiernos, en aras del éxito de las distintas intervenciones.
Fuente: IDIVAL NOTICIAS