En España, tan sólo el 4,3% de nuestros mayores están ingresados en una residencia, según la Sociedad Española de Geriatría

El ingreso de un ser querido en una residencia no es fácil, ni para la persona mayor afectada ni para la familia. Pero la permanencia de un mayor en casa a veces es, sencillamente, inviable. Llega un momento en que el grado de dependencia es tal, que ya no sirven únicamente la ayuda y el amor que se les pueda ofrecer. Es entonces cuando los cuidados expertos de una residencia se convierten en la mejor opción. «Hay que romper el mito negativo que rodea a estos centros», apunta Puerto Gómez, vicepresidenta de la SEGG – Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. «Es más, ingresar a un familiar al que no se puede cuidar en casa es una decisión responsable, por lo que la familia no debería tener sentimiento de culpa», remarca. De hecho, y aunque en España esta opción es la menos frecuente -tan sólo el 4,3% de nuestros mayores están ingresados, según la Segg-, muchas veces ella misma se ha encontrado con residentes que se sorprenden positivamente al llegar al centro.

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