Las residencias de Bizkaia se vacían

residencia BilbaoLas familias vizcainas prefieren ahora ocuparse de sus allegados en casa y percibir las ayudas económicas.

Las residencias de Bizkaia se vacían. Las prestaciones económicas para que las personas mayores puedan ser atendidas en su domicilio, unido a la crisis económica actual, han invertido la tendencia. Si en la última década se abrían nuevas residencias y se incrementaba el número de plazas cada año, en 2012 esa curva dio un giro: por primera vez, en Bizkaia se produjo un descenso. Es pequeño -apenas hay 24 camas menos- pero suficiente para confirmar que algo ha cambiado. «Las familias están sacando a sus mayores de las residencias», confirmaba la diputada de Acción Social, Pilar Ardanza. La desocupación en los centros privados ronda el 20%, cuando hace 8 años estaban llenos. Este año, y a excepción de un centro que se construye en Bilbao, ni la administración pública ni el sector privado tienen previsto abrir nuevas residencias.

Durante años, la demanda de residencias para personas mayores fue creciendo de manera imparable. Zamudio, Ermua, Arrigorriaga, Balmaseda, Basauri, Barakaldo, Bilbao… La Diputación ha realizado durante los últimos años una ingente inversión pública para abrir residencias para cubrir las necesidades del territorio. El sector privado también se movió y se multiplicaron los centros. En apenas cinco años, de 2003 a 2008, el número de plazas en residencias públicas prácticamente se duplicó, pasando de 2.600 a 4.971; en total, incluyendo también las plazas privadas, se pasó de 6.100 a 9.111. Tres años después, creció de nuevo hasta las 10.130. Una tendencia ascendente que se truncó al llegar 2012: 24 plazas menos. Una disminución muy pequeña, pero que supone un cambio de tendencia ya que en los años anteriores el volumen de plazas siempre había ido creciendo. El año pasado se cerraron dos residencias y, aunque dos centros incrementaron su número de plazas, otros tantos tuvieron que reducirlas. Para este año hay previsto otro cierre más y, aunque se ha abierto la residencia BBK Sarriko, con más de 200 plazas, y se está construyendo otra más pequeña también en Bilbao, no hay previstas más aperturas.

También la Diputación ha frenado el ritmo de crecimiento del parque de residencias. Ya a finales de 2011, la diputada de Acción Social reconocía que las casi 5.000 plazas residenciales para mayores entre forales, municipales y concertadas, eran suficientes para atender la demanda. «En Bizkaia no hacen falta a día de hoy más plazas residenciales, sino ocupar las que ya existen», afirmaba Pilar Ardanza. Así, se decidió ampliar el sistema de plazas concertadas -aprovechando la red ya existente, los mayores casi pueden elegir una residencia a la carta- y la cuantía de la prestación vinculada al servicio. Actualmente, todas las plazas públicas están ocupadas y de las 2.543 concertadas para 2013, solo existe una libre para casos de urgencia. Prácticamente no hay lista de espera: el tiempo de asignación de plazas a personas dependientes valoradas con grado III, las situaciones de dependencia más graves, no sobrepasa los 15 días, como promedio.

«LO ESTÁN PASANDO MAL» Por el contrario, el 20% de las camas en las residencias privadas de Bizkaia están vacías. «Quizá un poco más. Es una cifra muy alta, más teniendo en cuenta que hace 7 u 8 años la ocupación era plena. Han cerrado algunas, tanto pequeñas como grandes. Hay muchas que lo están pasando mal; si esto se prolonga, tendrán que cerrar», explica Ana Urrutia, presidenta de la asociación de la Asociación Empresarial de Residencias de Bizkaia, Aerebiz. Las que peor lo están pasando son las que se encuentran alejadas de núcleos urbanos. Aunque hace años se pensó que un entorno natural era más adecuado para el cuidado de los mayores -y el suelo era más barato- actualmente se ha visto cómo las familias prefieren tener a sus familiares cerca. «Bilbao es el municipio que menos problemas de ocupación tiene», apunta.

La población envejece y eso debería generar una mayor demanda. Sin embargo, actualmente en Bizkaia ocurre todo lo contrario. Como a todos los sectores, la crisis económica también ha hecho mella entre las residencias privadas. No solo en cuanto a una menor capacidad de gasto de las familias, también porque hay más gente en paro. A ello se une, además, la Ley de Dependencia, que permite que las familias puedan recibir una ayuda económica para cuidar a sus mayores en casa. Muchas familias, ante la disyuntiva de tener que pagar para ingresar a un familiar en una residencia o recibir una cantidad para cuidarle, no lo dudan. «Hay menos gente trabajando fuera y pueden cuidar a sus familiares. Con las prestaciones económicas que se otorgan para cuidados en el hogar, muchos mayores se quedan en casa», ilustra Urrutia.

La presidenta de Aerebiz no cree que se deba a un cambio de hábitos. «Siempre hemos sido una sociedad muy de estar en casa, queremos envejecer en casa. Cuando había trabajo, no se podía atender a los mayores y las residencias se empezaron a ver como un recurso adecuado. De tener muy mala prensa pasamos a ser vistos como centros de calidad. Fue un paso de gigante pero luego se dio un paso atrás», explica.

Respecto al precio, otra de las barreras con las que se encuentran muchas familias, Ana Urrutia no está de acuerdo con que se las califique de caras. «Para el nivel de servicios que se ofrece no lo son. En casa, esos servicios supondrían un desembolso de entre 6.000 y 8.000 euros. Otra cosa es pagar 1.500 euros a una interina, darle dos tardes libres a la semana… Es legal pero, ¿es de justifica social?», plantea.

Y, ¿EL FUTURO? Y las residencias, ¿cómo se están adaptando a esta nueva situación? «No quiero hablar de guerra de precios, pero supongo que algo hay», admite la presidenta de Aerebiz. Los centros intentan labrarse un futuro, pero muchas veces se encuentran encorsetados por la legislación. «El parque de residencias tiene mucho potencial. Podemos ofrecer muchos servicios que ahora damos solo para los residentes: lavandería, comedor… El mismo cuidado que damos en la residencia, ¿por qué no darlo en el domicilio, donde se quedan la mayoría de los mayores? Ahora, por ley, no podemos sacar a las auxiliares, por ejemplo. Sería una fuente de empleo, de servicios para una población mayor cada vez más numerosa. Debería haber una reflexión sobre ello», propone Urrutia.

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