Cada vez son más las personas mayores de 65 años que prosiguen trabajando

fina-clementeLa jubilación es un momento de la vida que le tocará a todas las personas -o quizá, con la coyuntura económica actual, sea un privilegio ya pasado, el tiempo lo dirá-, aunque cada vez está menos claro a qué edad será. Es una situación muy deseada por algunos pero, aunque resulte sorprendente, hay otras personas que no conciben su vida sin trabajar a pesar de haber cumplido ya la edad que les da derecho a retirarse. Disfrutan con su oficio. La otra cara de la moneda serían aquellos que, ya no por gusto, se ven obligados a continuar trabajando por motivos sobre todo económicos. En Asturias hay una estimación alrededor de 3.000 personas mayores de 65 que prosiguen con su vida laboral y en La Voz hemos tenido la oportunidad de hablar con dos de ellas.

La tienda Sabiniano Clemente, toda una institución ovetense

La tienda de ultramarinos del número 31 de la Calle Mon, fundada por Sabiniano Clemente y regentada por su nieta, Fina Clemente, desde hace ya 73 años -ella tiene 87-, es toda una institución en los comercios de la capital asturiana. «Llevo desde los 14 años, empecé ayudando a los abuelos y, cuando acabé el colegio, me quedé trabajando de a hecho. Estoy muy a gusto aquí», afirma Fina, para quien el dinero «no lo es todo». Ella siempre dice que el dinero se necesita «sin que te entre la avaricia», pero querer a la gente y que te quiera es «más importante». «Yo tengo muchas demostraciones de cariño, estoy contenta con lo que hago. ¿El dinero? Para vivir con un poco de orden, nada más», asegura la tendera.

Mientras hablamos con ella en su negocio, podemos asistir en directo a una de esas demostraciones de cariño de las que nos habla. Aparece por la tienda un amigo andaluz, al que la hija de Fina dio clase de Historia en un pueblo de Sevilla hace ya lustros, para hacerle una visita. Ambos se emocionan en su encuentro recordando con cariño a la hija por un lado, y la profesora y amiga por el otro. «Ya viste a lo que me refería», dice la incansable trabajadora.

Su caso es el de una persona que continúa trabajando por gusto y, mientras tenga capacidad para trabajar, no piensa jubilarse ya que el día que no pueda seguir «ya lo dirá la naturaleza». «No me retiré porque estoy a gusto, estoy entretenida. Yo la mi tienda si la veo cerrada me muero de pena. Tampoco quiero dejársela a otra persona, aunque la vida nunca se sabe las vueltas que puede dar», comenta. Por lo visto su tienda ya forma parte de las rutas turísticas. «Viene el guía y dice: no quiero oír a nadie que se queje de que está cansado. Aquí tienen a Fina, con 87 años, que sigue trabajando. Entonces me aplauden», afirma la señora mientras se sonríe.

Sus hijas tienen otras profesiones, así que el futuro del establecimiento sin ella no está nada claro. Sus tres nietos están estudiando, y se prevé que también sigan otros pasos. Todos viven en Oviedo así que está bien cuidada. En cuanto a la opinión de la familia al respecto de que siga con su oficio, Fina asegura que «no se meten para nada» porque saben que en ella está «encantada de la vida». Por ello, se puede sentenciar que la tienda es la vida de Fina: afirma que son uno ya que «la tienda sin Fina y Fina sin la tienda no existen». «Cada uno tiene una ilusión y la mía es mi tienda», sentencia. En ella pasa casi todo el día. Llega a las 8 y media de la mañana y se va a las 2 y media a comer. Vuelve a las 5 y está hasta las 9 de la noche. Trabaja unas 10 horas todos los días. Esta dedicación durante una vida entera y el cariño con el que trata a todo el mundo son quizá los ingredientes que le hicieron merecedora de una Medalla de Plata al Mérito al Trabajo en el año 2010.

Al respecto de la gente a la que le llega la hora de la jubilación y quiere retirarse pero no puede permitírselo la tendera expresa que es «una cuestión complicada». En su opinión, lo políticos deberían arreglarlo de alguna manera si tienen que trabajar porque «no tienen más remedio» sin ningún tipo de elección.

Modas Deli, otro clásico de La Felguera

Otro caso de trabajadora casi inagotable es el de Adelina Fernández, Deli. Esta vecina de La Felguera lleva un negocio dedicado al mundo textil desde hace ya 45 años, Modas Deli. La propietaria cumplirá 81 años el próximo 5 de septiembre y también es un ejemplo de trabajo por elección propia aunque, a día de hoy, le comienzan a surgir algunas dudas. «Podría haberme retirado hace ya 16 años. No sé realmente por qué seguí, lo hice porque en aquél momento me gustaba y tiré para adelante», comenta.

La cosa complicada para Deli sería dejarlo ahora lo cual, «siendo sincera no le costaría nada». Sus dudas vienen más por la pérdida económica que le podría suponer. «¿Qué hago, por ejemplo, con el local? ¿Y con todo el género que tengo? Me traería muchos problemas. Entonces, aquí estamos», asevera. Anteriormente siempre tuvieron muy buena clientela, según la empresaria cuando La Felguera «estaba en auge», pero ahora dice que la verdad es que no se vende «nada». Deli Fernández siguió por gusto pero sentencia que, «pensándolo bien», tenía que haberlo dejado «ya que entonces estaba la cosa mejor así que hubiera convenido haber vendido».

Al igual que Fina, no parece que el negocio pueda tener continuidad en generaciones posteriores. Los hijos de Deli ya han tomado sus propios caminos: su hija es inspectora de Educación, en Oviedo; el hijo ha heredado el taller de carpintería de su marido, Herminio García, quien a sus 87 años también ha tenido durante su recorrido vital un gusto por el trabajo que mantiene hoy en día. «Sigue pasándose casi a diario por la carpintería. El ya no trabaja, el que lo hace es nuestro hijo, pero le gusta pasar a mirar, charlar, supervisar… a entretenerse, a estar simbólicamente», cuenta Deli. En cuanto a su nieta, también ha tomado su elección formando una familia en Alemania, así que tampoco es una opción de futuro.

Pronunciándose sobre aquellos que se ven obligados a seguir trabajando más allá de los 65 la opinión de Deli es bastante firme. Según su criterio hoy en día no se trabaja «de verdad». Ella estuvo en Suiza y «vio lo que era trabajar, y por poco dinero». También cree que puede ser que el nivel de vida que se quiere llevar no coincida con los ingresos y «eso lleva a tener gastos y deudas». Destaca su caso personal y el de su marido, que siempre «fue muy casero, de gastar poco». «Lo único que le tiraba era la bicicleta», concreta, aseverando que «salir por ahí, los caprichos y llevar según qué vida implica muchos gastos».

Finalmente, Deli sí que llega a una resolución. Si empezase de cero en este momento «no se hubiera sacrificado tanto». «Cumplí muchas cosinas de las que quería, como comprar el piso, así que tampoco me quejo», concluye la modista.

Fuente: La Voz de Asturias

Etiquetas