Benedicto XVI señaló la necesidad de que la UE cuente con representantes «previsores y cualificados»

Si preocupan las diferencias en los tipos de interés a los que se financian los Estados, «también debería despertar preocupación la creciente diferencia» entre ricos y pobres, afirmó el pontífice en su discurso dirigido al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede con motivo del Año Nuevo.
Y agregó: «Se trata de no resignarse a la prima de riesgo del bienestar social, mientras se combate la de las finanzas».
Benedicto XVI subrayó que es necesario «recuperar el sentido del trabajo y de un provecho proporcional al mismo» y, por ello, hizo hincapié en la importancia de educar «a resistir las tentaciones de los intereses particulares y a breve plazo, para orientarse en la dirección de un bien común».
El papa se refirió a la Unión Europea (UE) y señaló la necesidad de que esta cuente con representantes «previsores y cualificados» para realizar decisiones difíciles, que son necesarias para sanear la economía y poner «sólidas bases para su desarrollo».
«Algunos países quizá avanzarían más rápido solos, pero juntos todos irán más lejos», afirmó el papa.
Destacó además la necesidad de invertir en el campo de la educación en países en vías de desarrollo en África, Asia y América Latina, ya que, según dijo, esto significa «ayudarles a vencer la pobreza y la enfermedad» y permite «la realización de sistemas de derecho imparciales y de respeto hacia la dignidad humana».
«Está claro que para asegurar la justicia no son suficientes buenos modelos económicos, por mucho que estos sean necesarios. La justicia se realiza solo si hay personas justas», señaló.
Explicó que «construir la paz significa, por tanto, educar a los individuos a combatir la corrupción, la criminalidad, la producción y el tráfico de drogas, y a evitar tensiones que amenazan con obstaculizar el desarrollo y la pacífica convivencia en la sociedad».
Agregó que «la paz social» también puede ser puesta en peligro «por algunos atentados a la libertad religiosa, ya sea con la marginalización de la religión en la vida social, como en otros casos con la intolerancia o incluso la violencia contra personas, contra símbolos o instituciones religiosas».
En esta línea, lamentó que con frecuencia «se impida a los creyentes y a los cristianos en especial a contribuir al bien común con sus instituciones educativas y de asistencia».
«En un mundo de fronteras cada vez más abiertas, construir la paz a través del diálogo no es una elección es una necesidad», afirmó.
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