La Fundación Hurkoa cada vez más personas mayores solas e incapaces de cuidarse ellas mismas

El progresivo envejecimiento de la población guipuzcoana está trayendo consigo un número creciente de personas con problemas de autogobierno, incapaces de gestionarse en el día a día, sin una red familiar que les sirva de apoyo. El resultado de todo ello es que «cada vez hay más personas solas con dificultades para cuidarse, o administrar su patrimonio», alerta Andikona Uriarte, directora del área tutelar de la Fundación Hurkoa.

Dos macabros sucesos, con ancianos como tristes protagonistas, han saltado a la luz pública en los últimos días. Dos tristes finales que ponen el foco de atención en las condiciones en las que se desenvuelven las vidas de tantas personas ancianas, extremadamente vulnerables y pasto de la soledad.

El cadáver de Rogelia Chivite, de 93 años, era localizado la semana pasada en su domicilio de Donostia con varios cortes en el cuello producidos por arma blanca, además de una puñalada en el abdomen y diversos golpes en el rostro. Al parecer, la puerta de su domicilio no estaba forzada. La Ertzaintza trata de esclarecer las causas de esta acción criminal, cuyo móvil fue el robo y cuya autoría todavía se desconoce.

Una semana después, volvía a registrarse un episodio similar, esta vez en Getxo. El cadáver de un hombre de 83 años aparecía en su domicilio con un cuchillo clavado en el cuello. Fue su hija quien halló el cuerpo cuando acudió a su casa para darle el desayuno. Dos sucesos macabros en el intervalo de una semana: ¿Mera casualidad?

robos en la calle Fuentes policiales consultadas reconocen que este tipo de crímenes perpetrados en domicilios de personas mayores no son «ni mucho menos habituales» , por lo que «no hay motivo para atemorizarse». Los robos a personas mayores, según las mismas fuentes, suelen «cometerse en la calle», cuando los ancianos acaban de cobrar la pensión y los ladrones se valen de engaños, o directamente la fuerza, para hacerse con el dinero.

No obstante, los agentes sí reconocen que, sin llegar a esos extremos, es muy común que se vean obligados a actuar con este colectivo, por ejemplo, cuando reciben llamadas tras el hallazgo de ancianos que han fallecido de muerte natural en sus domicilios.

En otras ocasiones, es habitual que acudan a socorrer a muchas personas que se han caído en sus casas. «A nosotros nos llega la alarma de los vecinos, que oyen los gritos de auxilio. A partir de ahí nos avisan y comienza la actuación», detallan.

Las caídas en los domicilios de personas que viven solas es una realidad diaria. Ocurrió hace algún tiempo en el barrio donostiarra de Altza. Según indican fuentes consultadas, fue un vecino que salía de su casa a primera de la mañana quien escuchó el grito desgarrador.

La mujer que pedía auxilio, al parecer, se había caído a las 22.00 horas del día anterior, y nueve horas más tarde seguía inmóvil, exánime, tendida en el suelo del baño. Los agentes que le atendieron en un primer instante avisaron a una ambulancia, que trasladó a la víctima al Hospital, afortunadamente, sin presentar heridas de gravedad.

salvaguarda de derechos Evitar este tipo de situaciones es el cometido de Hurkoa, la fundación referente en Gipuzkoa para la salvaguarda de los derechos de las personas mayores y aquellas que padecen patologías mentales. La actividad de esta entidad no ha dejado de crecer durante los últimos años. Así, en 2011 atendieron a un total de 520 personas, lo que supone un incremento del 8,3% (115 casos nuevos) respecto al ejercicio anterior. Resulta significativo señalar que de todas estas atenciones, 85 personas eran mayores de 65 años. «Estamos hablando de un porcentaje alto. La edad es un factor determinante en la atención que presta Hurkoa», precisa Uriarte.

El aumento de la esperanza de vida -ya se habla de la cuarta edad para referirse al colectivo de más de 75 años- trae consigo un incremento de las patologías. Si a ello se une el cambio del concepto familiar, en el que el cuidado de los ancianos ya no está garantizado como antaño, el resultado de todo ello es un sector poblacional «cada vez más vulnerable». «Son personas que requieren de la atención y el apoyo de terceros. Muchas veces, ni ellos mismos son conscientes de su propia enfermedad -Alzheimer, demencias- por lo que es muy difícil que lleguen a pedir ayuda», asegura la directora del área tutelar de la Fundación Hurkoa.

El número concreto de personas que puedan estar viviendo actualmente en Gipuzkoa bajo estas condiciones es «muy difícil de concretar». Las notificaciones que recibe la Fundación Hurkoa provienen de varias vías: la familia, los vecinos, los centros sanitarios, servicios municipales o el juzgado y el Ministerio fiscal.

Ante esta realidad, Uriarte agradece a la sociedad guipuzcoana la «solidaridad que ha mostrado siempre», y subraya la importancia de seguir dando el aviso «cuando observamos en nuestro entorno a esas personas de edad avanzada que comienzan a mostrar ciertos síntomas, como llevar encima mucho dinero, salir de casa con una vestimenta inadecuada, o estar en la calle a altas horas de la madrugada… Es importante que si observamos todo ello, ejerzamos esa solidaridad que nos caracteriza, poniendo estos casos en conocimiento de los servicios sociales de base», insiste.

Desde la Fundación Hurkoa precisan que, a la hora de actuar, a pesar de que «pueda parecernos que se trata de un problema de puertas adentro, intrafamiliar», hay que tener en cuenta que estas personas han perdido la capacidad de cuidarse, por lo que requieren un apoyo. «Estamos hablando de pequeñas intromisiones para proteger y salvaguardar los derechos y la integridad física y la vida de esas personas», puntualiza.

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